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Esta no es mi nota

 
Post #1


Esta no es mi notaHabía estado todo el mes haciendo ese dichoso trabajo de historia. Me había leído infinidad de libros y manuales, había luchado para que todo estuviera perfecto. Incluso había permanecido despierta varias noches enteras. A la hora de exponer el trabajo, todos mis compañeros me habían felicitado: lo había clavado con creces.Sin embargo, al ver mi nota no lo podía creer. Con los ojos como platos y la mente en blanco sin saber qué decir o qué pensar, contemplaba ese ridículo 6. Yo siempre había sido una muy buena estudiante, la mejor de la clase la mayoría de las veces. Mi nota más baja, por lo general, era un nueve. Incluso sin apenas estudiar o dedicarle mucho esfuerzo, todo me salía bien. Fue por eso por lo que me indigné, suspiré, y pregunté:-Profe, ¿podríamos hablar de mi trabajo? Es que creo que esta calificación no me hace justicia?.Juan Antonio, que solía ser un hombre bastante atareado y tímido, me pidió que fuera esa misma tarde a su despacho. Porque, según él, el tema era bastante delicado y llevaría su tiempo. Acepté la propuesta. Estaba decidida a hablar muy seriamente con él.Acabadas las clases, mis compañeros me animaron. ?Estamos contigo?. ?Te apoyamos. ?Si ese cabrón no te da la nota que te mereces, vamos allí y le montamos un pollo?,me decían.Al llegar a casa, les comenté a mis padres. Ignoraba a qué hora llegaría a casa esa tarde, pero volvería con mi merecida nota costase lo que costase.?Ten cuidado, un profesor cabreado te puede coger mucha manía?, me avisaron.Acabé de comer, me lavé los dientes y me peiné el cabello.Por instinto de mujer, cogí una falda corta y una blusa blanca con calcetines hasta la rodilla.También me maquillé un poco y me eché algo de perfume. Si mi carácter y mis argumentos no funcionaban, siempre tendría la lascivia masculina de mi parte. Nadie puede resistirse a un buen par de tetas.O de nalgas, según fuera el caso. Ya descubriríamos la debilidad de Juan Antonio a su debido tiempo. Me despedí de mis padres y salí a la calle. Hacía mucho calor. El verano estaba a la vuelta de la esquina. Y el vendedor de helados estaba muy cerca del despacho del profesor. Tal vez, si no perdía el apetito durante la charla, me comprase uno después. Al fin y al cabo, me encantan los helados.Cuando llegué al despacho, la puerta estaba cerrada. LLamé y entré. Ahí estaba él, con su corbata y sus gafitas, sentado en el sillón de cuero. A veces me daba la impresión de que, ante determinados alumnos, usaba la mesa de escritorio a modo de escudo protector. Bueno, la verdad es que hay cada uno?. Que es mejor ser precavidos: nunca sabes cuando te puede golpear uno de tus alumnos. Pero a lo que iba. Me senté en la silla y, con su permiso, empecé a hablar:-Verá, Juan Antonio. Yo venía a decirle que?. el trabajo que yo hice... no tiene una nota muy...adecuada. Creo que me esforcé mucho y que lo hice lo suficientemente bien como para prescindir de ese 6 y subir un poco la nota. Puede preguntarle a cualquiera de mis compañeros y ellos le dirán que les ha encantado: la mía fue una explicación concisa, rápida y directa. Le puse mucho empeño y...considero que esta nota no es mía, que no me la merezco.-A mi me parece que fui justo contigo y con tu trabajo, Bea. Por lo general, eres una alumna muy aplicada e inteligente, participativa en las clases?.pero esta vez...yo no sé qué te ha pasado pero...has patinado. Esto no me lo esperaba, francamente.No sé por qué, pero tenía la mayor de las expectativas. Expectativas muy buenas, si te soy sincero.-Pero?.¡este es mi mejor trabajo! ¡Nadie podrá nunca entregarle algo mejor! Soy una alumna fantástica, no puedo tener esta nota. Esta no es mi nota.-Lo siento, pero...es lo que hay. Mira, no sé si es por el estrés de los exámenes, por los problemas socioemocionales que puedas tener, pero...has fallado. Me esperaba más de ti y? -Pero?.-No hay más que hablar, Bea. No conseguirás que cambie de opinión. Otra vez será. Ojalá que el verano te haga recapacitar.-Pero?-Pero nada, Bea. Ya he dicho todo lo que tenía que decir. Se acabó.Vete, por favor.No sabía qué sentir. Un sinfín de emociones se agolpaban en mi. Furia, rabia, tristeza, indignación?.Esto no podía acabar así. Me había prometido a mi misma no salir de aquí hasta cumplir mi objetivo. Y eso haré.De repente, decidí jugar mi última baza. Y saqué mi as de la manga. Me levanté de la silla, caminé como una gata en celo rodeando el escritorio, y me senté sobre sus piernas. Acerqué mi cara a la suya y, aprovechándome de la situación, comencé a tocarle el pelo mientras hablaba muy sensualmente:-A ver, Juan?.¿Puedo llamarte Juan?- Él asintió, sin saber qué más decir-. La gente hablando se entiende. ¿Qué te parece si revisamos ese trabajo punto por punto? Estoy completamente segura de que todo esto tiene un arreglo y podemos llegar a una...solución consensuada.Él me miró y, entre tímido y nervioso, encendió su ordenador y accedió a su bandeja de correo. Las manos le temblaban un poco, no como las mías, que volaban ágiles y silenciosas sobre los botones de mi blusa. Cuando él me volvió a mirar, no podía dejar de mirar mis pechos. Había prescindido del sujetador a propósito y...oh,si...he ahí el resultado. Juan Antonio no podía dejar de babear mientras se deleitaba viendo mis pechos. Son unos pechos grandes y firmes. Hago deporte a menudo, así que se podría decir que están bien contorneados. Son un buen atributo que heredé de mi mamá. Estoy muy orgullosa de mis tetas.-Esto...pues...la portada?-Intentaba esquivar mi mirada, pero echaba pequeños vistazos por el rabillo del ojo a mis? potentes armas de seducción.- Es una portada muy bonita, ¿sabes? Muy colorida y detallada-. Yo no dejaba de sonreír. Esto iba a ser divertido-. La portada es la primera impresión que se lleva uno al corregir un trabajo...y tu portada es?.De repente, le besé. Empecé sólo con los labios, pero enseguida usé mi lengua. Usaba mi lengua para alcanzar todos los puntos de su boca: dientes, paladar?.De vez en cuando, le mordía el labio suavemente. Dios, se notaba que él estaba cohibido. No sé cada cuánto tiempo echaba un polvo, pero creo que empezaba a sufrir síntomas de fiebre. El sudor le resbalaba por la frente, su respiración era entrecortada...y su mirada sólo pedía más y más. Cogí su mano izquierda y la puse sobre una de mis tetas. Era una mano grande y fuerte, pero comida por el tiempo. Empezó a masajear, buscando mi invitación y mi permiso. Cuando ya se mostró más confiado, decidió comerme esa teta mientras que, con la otra mano, jugueteaba con el otro pezón. Yo echaba la cabeza para atrás: eso me estaba gustando. Noté como mi coño empezaba a humedecerse y, como por acto reflejo, empecé a masajearme el clítoris y a gemir un poco. Juan Antonio, completamente familiarizado con mis senos, alternaba labios, dientes y manos para hacerme gozar. Su coordinación era asombrosa: podía dibujar círculos sobre mi pezón con una mano mientras que con la otra apretaba a la vez que mordía suavemente la teta. Era una explosión de placer. Mientras, yo mantenía las piernas bien abiertas y, sentada en su regazo, echaba levemente la cabeza hacia atrás. Con la lengua, Juan Antonio exploraba mi cuello y el resto de mi tórax, saboreándolo todo muy despacito?.mientras su mano se deslizaba hacia abajo, hacia mis partes más íntimas. Su mano chocaba con la mía y yo intentaba enseñarle cómo me gustaba exactamente que me tocaran allí abajo. Prefería la suavidad, sin prisas, sin apenas ejercer presión. Me fijé en su labor? lo hacía bastante bien. Así que le dije:-¿Te apetece meter los dedos en mi vagina?En su rostro apareció una sonrisa picarona que me puso a mil por un momento. Y, mientras me besaba, comenzó a penetrarme con el dedo corazón.Sus movimientos eran constantes, básicos y dinámicos. Iba introduciendo y extrayendo el dedo poco a poco. Le supliqué al oído: -Más, quiero más.Y metió el índice, aumentando el ritmo. Así durante unos minutos. Cuando me quise dar cuenta, estaba toda mojadita. Mis pezones estaban erectos. Mi cuerpo entero suplicaba sexo...Pero antes había una cosa que debía hacer. Le besé en la boca, entrelazando nuestras lenguas, al mismo tiempo que le tiraba de esa corbata tan ridícula y le desabotonaba la camisa. Comencé a lamerle el cuello, el pecho, el vientre? Él estaba todo nervioso e inquieto, pero ninguno quería parar. Le quité el cinturón y le bajé los pantalones. Lascivamente, le miré a los ojos mientras le despojaba de su ropa interior. Cuando fijé mi mirada en su aparato, pude observar un miembro flácido. Me pareció divertido y, con una sonrisa de oreja a oreja, comencé a chupar. Adoro comer pollas. Incluso las más inusuales y estrambóticas. Me metía su pene en toda mi boca, lo introducía más y más todavía. De vez en cuando, paraba a respirar y usaba mis dos manos para esparcir la saliva que depositaba sobre su glande. Observaba cómo el prepucio escondía a ratos su glande, era un movimiento que siempre me cautivó. Me gustaba ver esa cosita aparecer y desaparecer de entre la carne, y me ponía muy cachonda y picarona con la escena. Juan Antonio lo descubrió y me dijo:-Pareces una gata en celo. Me gusta.-Entonces esta tarde seré tu gatita personal. ¿Te parece?- solté de pronto.Inmediatamente, me puse a jugar con mis manos y mi garganta. Quería ver cuán lejos podíamos llegar. -Espera, espera -me detuvo-. Como sigas, me corro. Y aún quiero disfrutar un poco más.Y, con una sonrisa, me animó a dirigir mi vista hacia su miembro erecto.Era una polla descomunal, increíblemente grande y dura.Como una piedra. Sin duda, había hecho un trabajo magnífico despertando al gigante.Jejeje. Después de esto, se lo pensaría dos veces antes de ponerme una nota.-Venga, vamos. Sacate las bragas. Quiero que me cabalgues. Adelante. Muestrame tus dotes de amazona.Hice lo que me pedía. Me había hecho los dedos con las bragas puestas y ahora estaban todas mojadas. Me deshice de ese trapo de jugos vaginales y lo tiré al suelo. Procedí de igual manera con la falda. Me di un par de vueltas para que admirara todas mis curvas e, impulsivamente, me di un azote en las nalgas. Acto seguido, me senté sobre su polla, reposando mi espalda sobre su pecho y apoyando mis pies sobre la mesa. Él me miró, sorprendido:-Mira que te gustan las posturas raras.-No sabes tú cuánto.Y, entre carcajadas, empecé a ejecutar mi acción. Me movía como una hembra salvaje y desenfrenada mientras pensaba: ?qué pena no haber puesto una cámara, esta podría haber sido una buena peli porno?. Sólo me quedaba entonces imaginarme la escena de mi coño mojado devorando esa polla dura y demencial.Juan Antonio me cogía por la cintura. Sus manos me ayudaban a coger impulso y lo hacía todo más dinámico y más cómodo. Mis manos estaban apoyadas en los reposabrazos de la silla.Yo estaba alcanzando el clímax cuando, de repente, me dijo:-Oye, hay algo que quiero hacer. Pero que nunca me he atrevido.Extrañada, me giré y le pregunté:-¿Qué cosa?Me mandó salirme de su polla (qué pena, me estaba gustando) y me dijo que me pusiera de pie. A continuación, él también se puso de pie y me cogió en volandas. Sus brazos me rodeaban y su polla volvía a estar de nuevo dentro de mi. Me dijo:-Aprisioname las caderas con tus piernas y rodéame el cuello con tus brazos.Ah, si. Y agárrate fuerte. Como una niña obediente, hice lo que me pidió. Porque, de todas formas, tampoco tenía elección: era eso o caer al suelo. Empezó a embestirme e, inconscientemente, yo luchaba por satisfacerle y estar a su altura. Le cabalgaba como quien monta a un caballo. Pero no a un caballo cualquiera, sino a un semental espléndido. Él me sonreía. Sabía que lo estaba haciendo bien. Instintivamente, comencé a gritar como una loca:-Así. así, así...Fóllame. Así, así, así...Oh cielos, cómo me gusta. Oh, si?Fue entonces cuando me dio una buena embestida, la última, y comencé a notar más fluído de lo normal en mi dulce chochito?-Oh, Bea. Tienes toda la razón. Ésa no es tu nota. Debí equivocarme. Te pido perdón.Oh, si. Justo lo que quería oír. Definitivamente, me tomaría ese helado. Bola doble, por supuesto. Me lo merecía.
05-07-2021, at 10:55 PM
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